Con estos superdeportivos puedes experimentar todo tipo de emociones al volante, desde la conducción más relajada y placentera, hasta convertirte en un verdadero piloto. Todo depende del día que tengas…
Sensaciones MUTANTES
2018 BMW M4 CS vs Lexus LC 500
Desde el mismo momento en que te sientas en el puesto de conducción, vas a experimentar en tu cuerpo sensaciones cambiantes. Y el por qué es sencillo: todo es intenso, extremo, en estos dos deportivos de ilosofías muy distintas. Para empezar, es fácil enamorarse de cualquiera de ellos pero, aunque resulte sorprendente, también puede que alguien no caiga rendido a sus atractivos. Todo es cuestión de emociones.
El cronómetro deja claro que el M4 CS es mucho más radical que el elegante LC
La estética del M4 es más que conocida, aunque en esta variante CS, algunos detalles lo diferencian de cualquier otro M4, empezando por su color exclusivo Lime Rock Grey Metallic –que no tiene tanta apariencia de metalizado como indica su nombre–. En combinación con las llantas negras multirradio, las pinzas de freno doradas y los elementos heredados del GTS, como los paragolpes y el difusor trasero, le dan un aire diferente y que denota el potencial que esconde.
El Lexus LC es algo aparte. Su diseño es sencillamente espectacular y los cinco centímetros más de anchura que el M4 y otros tantos menos de altura componen una silueta sorprendente porque, en realidad, es casi idéntico al concept LFLC de 2012. Por dentro las diferencias también son notables. En el BMW se puede disfrutar de cuatro auténticas plazas mientras que, en el Lexus, las traseras son sólo utilizables por niños o para salir de un apuro, porque son pequeñas y con un acceso bastante difícil dada la caída prolongada del techo. Con el espacio de carga ocurre lo mismo: en el Lexus cabe un par de bolsas de viaje lexibles; el del BMW permite cargar varias maletas sin ningún tipo de problema.
2018 BMW M4 CS interior
EXCELENTES. Los asientos casi de competición en cuero y Alcántara ofrecen una sujeción perfecta, aunque ocupantes muy corpulentos los encontrarán estrechos.
CUESTIÓN DE DETALLES. El salpicadero es idéntico al de cualquier otro M4, pero el volante en Alcántara y la inscripción CS, también en ese material, marcan la diferencia visual.
Exclusividad en dos estilos
La calidad interior es indiscutible, pero con un enfoque muy distinto en cada uno de ellos. El Lexus impresiona por el cuidado de todos los detalles, la casi nula presencia de plástico ‘desnudo’ a la vista, ya que todo está revestido de cuero o Alcántara y, una vez más, por el diseño de todo el conjunto, diferente a todo lo conocido hasta el momento. Destacan especialmente los asientos, curiosos por su forma y el dibujo que conforman sus costuras, pero impresionantes por la comodidad y el agarre que proporcionan.
El M4 CS es casi un coche de competición vestido para calle. Un ejemplo son sus sencillos paneles de puertas, rea- lizados en un material plástico reciclado que, además de eliminar los altavoces y las guanteras, sustituye los clásicos tiradores por unas cinchas de hilo trenzado con unas líneas en dos tonos de azul y rojo que componen la identidad visual de la división ‘M’ de BMW, como si fuera un modelo de carreras.
2018 Lexus LC 500 interior
DIFERENTE. En el interior del Lexus nada es como en cualquier otro vehículo de lujo. Hasta los asientos tienen un aspecto diferente, aunque sujetan a la perfección.
ORIGINAL. El salpicadero exige un poco de adaptación para situar los mandos, pero todo está bien pensado y es fácil acostumbrarse a su manejo.
La postura de conducción también es diferente en cada uno de ellos, pero excelente en los dos. En el BMW es más ‘tradicional’ y a pesar de ser un cupé, vamos más altos que en el Lexus. Al volante del japonés nos encontramos ‘envueltos’ por el salpicadero y la consola central y con una disposición de todos los mandos distinta a lo que estamos acostumbrados. Por ejemplo, para elegir los modos de conducción, tenemos un control giratorio junto a la visera del cuadro de instrumentos, y el sistema multimedia se maneja con una supericie táctil en la consola central. El equipo multimedia es una de las pegas que se le pueden poner al LC, pues no resulta nada intuitivo ni es fácil moverse por los diferentes menús.
NAVEESPACIAL. La silueta del LC es sorprendente, se mire como se mire, por sus originales formas y su imponente anchura en relación con su altura.
Bastidores de alto nivel
Los dos cuentan con unas elaboradas suspensiones independientes con amortiguadores activos que trabajan a la perfección. La diferencia en la dureza del bastidor ente los distintos modos de conducción es mucho más apreciable en el Lexus que en el BMW, aunque siempre manteniendo un más que aceptable nivel de comodidad, incluso en el modo Sport+. En el BMW es diferente y resulta más bien dura, aunque no incómoda, en todos los programas existentes. El alemán y el japonés montan neumáticos de distinta media en cada eje pero en el BMW cambia incluso el diámetro de las llantas, con 19 pulgadas delante y 20 detrás, frente las de 21 del Lexus.
El M4 CS añade discos de freno carbocerámicos, con un diámetro mayor que el del LC, aunque los dos utilizan pinzas de seis pistones delante y de cuatro detrás. Después de haber comprobado la calidad de todo el interior del Lexus y descubrir dónde está cada cosa, pulso el interruptor del arranque y aquí empiezan las sorpresas. Tenemos tan asociada la marca Lexus a los modelos híbridos y a su silencio desde el encendido que, cuando el poderoso V8 atmosférico emite su primer rugido al ponerse en marcha, me llevo un sobresalto. Había olvidado que aquí no hay tecnología híbrida y bajo el capó de este
Lexus hay un V8 sin turbo, capaz de estirarse hasta las 7.000 vueltas. En el caso del BMW ocurre lo mismo, pero yo ya estaba preparado, aunque el coche de mi vecino de plaza de garaje creo que no lo estuvo ninguno de los días en que tuve el BMW, pues su alarma saltaba cada vez que arrancaba al M4 CS. El alemán recurre a un seis cilindros en línea de doble turbo, el mismo que monta el M4, pero con 30 caballos más, 10 más que si se equipa con el Competition Package y 40 menos que el radical M4 GTS.
La reducción de aislamiento en el interior del BMW hace que el sonido del bloque sea más evidente en el interior del habitáculo, pero siempre excitante y de lo más estimulante. Y, si queremos más tranquilidad, no hay más que seleccionar el modo de conducción Eiciency para que un ambiente relajado nos acompañe en el día a día. En los dos casos, es difícil pasar desapercibido por culpa de los ‘petardeos’ cuando reducimos de marchas.
El número importa
Por supuesto ambos recurren a cambios automáticos muy diferentes. El M4 CS monta la caja DKG de doble embrague y siete velocidades mientras que, el LC 500, lleva una de convertidor de par de nada menos que 10 relaciones, con unos desarrollos muy largos que beneician la comodidad y el consumo, aunque en conducción deportiva, si se selecciona el modo Sport+, resulta difícil hacerlo superar la sexta.
Tienen levas junto al volante para poder utilizarlos en modo secuencial, más cómodas y fáciles de utilizar en el japonés gracias a su mayor tamaño. La respuesta de los motores es contundente incluso desde el ralentí pero, incluso en el momento de iniciar la marcha, se aprecia el diferente carácter de estos dos deportivos. El Lexus es más suave en el instante de empezar a moverse, sobre todo, si tenemos que maniobrar.
El BMW, con una cifra de par muy superior y un cambio que obliga a ainar muy bien la presión sobre el acelerador, hace que algunas maniobras de aparcamiento o al salir de un estacionamiento debamos ser especialmente ‘inos’. Además, la caja del M4 CS añade la posibilidad de regular su rapidez en tres posibles niveles mediante un interruptor junto a la palanca.
ÉXTASIS. Ambos vehículos entienden la deportividad de forma distinta: el Lexus como un Gran Turismo; el BMW como un deportivo de carreras.
Llega la hora de disfrutar
Con un déficit de potencia de sólo 17 caballos a favor del Lexus, el elevado peso del japonés juega en su contra a la hora de aprovechar la relación peso/potencia, 3,6 kilogramos/caballo en el BMW y 4,2 en el Lexus. El reparto de pesos entre los dos ejes es casi perfecto en estos dos rivales, pero los más de 300 kilogramos del japonés se notan a la hora de moverse por las zonas más reviradas.
Aunque la diferencia medida por el cronómetro en aceleración de 0 a 100 kilómetros/hora es de casi un segundo, es difícil apreciarla conduciendo. La respuesta de los dos es contundente incluso en los modos de conducción más ‘tranquilos’ y, en estas circunstancias, son vehículos perfectamente utilizables en uso diario, con un elevado nivel de comodidad. Los dos ofrecen unas direcciones realmente agradables, pero la del BMW es más directa, transmite más información y es más rápida, con 2,3 vueltas de volante entre topes frente a las 2,7 del Lexus. Si seleccionamos los modos Sport, las cosas cambian.
Lo primero que se aprecia es el sonido del motor y después la respuesta del cambio. En el Lexus, las marchas más largas es como si no existieran y, en el BMW, el paso de una a otra relación es más que inmediato. Cada presión sobre el acelerador se convierte en trabajo para el respaldo de los asientos porque son los que sufren la presión de nuestro cuerpo. En autopista y carreteras despejadas son una verdadera delicia, más que aceptablemente cómodos y con una estabilidad y un aplomo a alta velocidad excelentes. En zonas más reviradas empiezan a apreciarse las diferencias y a mostrar sus diferentes caracteres.
El Lexus es un Gran Turismo, potente y rápido, pero pesado y eso se aprecia en cuanto queremos practicar una conducción algo más deportiva en rutas secundarias. La parte delantera se muestra algo lenta a la hora de entrar en los giros, con un ligero subviraje y las inercias de sus más de dos toneladas se notan al mínimo cambio de apoyo. El BMW resulta impresionante por su capacidad para trazar curvas a toda velocidad, menos radical que el GTS, pero también exige ainar mucho con la dirección y el acelerador para no ‘pasarse’ y acabar provocando un deslizamiento ‘excesivo’ de la preciosa parte trasera. Los equipos de frenos son excelentes, sobre todo en el BMW, más efectivo y fácil de dosiicar que el del Lexus pero, en los dos casos, con un excelente aguante.
Lujo con distintos estilos
Los elevados precios de estos dos rivales son parte de su exclusividad aunque, cuando hablamos de vehículos por encima de los 400 caballos, todo se dispara. El Lexus es un deportivo pensado para los que buscan una imagen impactante, prestaciones y comodidad.
El cliente del BMW es un apasionado de la competición que sabrá valorar elementos como los añadidos de fibra de carbono de la carrocería, los frenos carbocerámicos, sus pilotos traseros con tecnología Oled, que componen una espectacular coreografía al abrirlo, o el detalle de los paneles de puerta ‘de carreras’, aunque sin renunciar a comodidades como los bacquets con calefacción. En este caso hay pocas opciones disponibles aparte de la pintura metalizada o el exclusivo color del M4 CS que lucía nuestra unidad de pruebas. En el Lexus, hasta el impresionante equipo de sonido Mark Levinson es de serie.